Ensenada nos sorprendió con un arcoiris. Trato de recordar hace cuanto
tiempo que no veía uno; creo que unos cuatro años. Pienso en los
fenómenos del cielo. Y pienso en la aurora boreal. Desde que supe que
existían, cuando era adolescente, me prometí que alguna vez vería una.
Tal vez el arcoiris es como la aurora boreal de los nórdicos y tal vez ellos piensan en
arcoiris cuando la ven. Muchas veces valoramos las cosas por lo
inusuales que son y no por lo que en sí son. Cuando hay un eclipse nos
dicen que no se repetirá en equis número de años o que en el cielo se
verá un planeta como no se volverá a ver en toda nuestra vida. Entonces,
lo vemos y nos asombramos.
Qué pasaría si hubiera nacido todos los
días viendo una borealis? Tal vez no le pondría tanta atención. Si no
amaneciera cada 24 horas sería uno de los fenómenos más esperados. Si
sólo una vez en la vida de una persona se pudieran ver las nubes en
movimiento, pagaríamos por verlas. Cada día en lo cotidiano hay sucesos
impresionantes, pero se diluyen entre los millones de cosas que damos
por sentado. Es más fácil apreciar lo diferente. Tal vez ese es el
encanto de viajar.
Volviendo al arcoiris, fue el recordatorio de
que ya están aquí los días lluviosos que tanto me gustan. Ya en la
noche, en el camino de regreso nos acompañaron relámpagos durante todo
el camino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario