La vez anterior que vi nubes como estas desde una ventanilla como esta,
fueron el preludio de fuego en el ala al aterrizar de regreso de La
Habana. Fue hace 6 meses y todavía a veces recuerdo esa sensación de
estar atrapada en ese avión, de pensar en mis hijos como si tal vez no
los pudiera volver a ver, de abrazar a R y llorar de miedo. Hoy veo la
nubecita y me doy cuenta que aún en tierra, caminando, manejando o en
cualquier parte podría tocarme morir. Celebro que aquí estoy escribiendo
esto. Cuando toque, tocará. Y ojalá que la muerte me encuentre muy viva
y de preferencia dentro de muchos años.
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