28.2.23

Lo que sucedió

Ya sé qué sucedió. Todo esto es porque recordé quién soy. La del bosque, la de la escritura, la del piano, la que baila y respira profundo; ella vino y se encontró con la que vive en esta dirección, con la que dio vueltas en el huracán y, como pudo, se trajo completa. Creo que eso es lo que pasó. Quiero entender tanto verde en las ramas, tanta vida junta. Alegría profunda, o algo parecido a ella. Estoy asomada al borde de mí misma. Necesito sol y lo estoy escribiendo ahora. Suspiro por el logro de reconocerlo.

Escribe la dueña del sobrepensar, quien también tiene los superpoderes de sobrepercibir y sobresentir. En vías del sobredecir. Ahora en tercera persona para seguir las normas debidas de APA 7, jeje. Todo sea por el proceso de investigación-atención que se llama: hogar.

La palabra hogar, hoguera o fogón se refiere al lugar donde se enciende fuego, generalmente con leña, en una casa y que por lo general suele estar ubicado en el lugar común de la casa que hace de cocina y comedor al mismo tiempo. Esta palabra proviene del vocablo latino focāris, derivado de focus, fuego en español. Siendo este el punto central de la casa y donde las familias hacen vida, se terminó llamando hogar también al lugar o casa donde residimos.

El origen de la palabra hogar se remonta al principio de la cultura occidental. El culto al fuego era uno de los primeros y más importantes de los antepasados griegos y latinos, y de muchos pueblos indoeuropeos. En cada casa siempre había una hoguera que solía estar en el centro de cada casa sinónimo de pureza, vida y protección. La familia, por razones tradicionales y de necesidad de luz y calor se congregaba entorno a él. Mucho se relacionaba con ese fuego a la diosa Estía, entre los griegos.

El hogar es el fuego. Escribe, con el cuerpo vibrando, la sobreviviente de heladas e incendios.

.

*Lo que está en esta letra fue tomado de una página web de la que no tomé los datos.


Terminar un libro

Es cierto que un libro no se termina de escribir. Es como una rama que se corta de la obra literaria de alguien. La rama decide dónde despegarse del tronco cuando recibe la fuerza de la mano.

Varias veces he sentido esa sensación de soltar después de ponerle punto final al libro. Hoy, al hacer unos ajustes, sentí que esta versión ya es la final. Me siento nostálgica, liberada al mismo tiempo. Algo parecido al vacío, algo que creo que no tiene palabra (todavía).

Quiero celebrarme de alguna forma. Caminar y un café, por ejemplo. Ver el mar, por ejemplo. Ver el bosque sería la celebración perfecta. Esa será en unos meses. No tengo evidencia de ello pero lo sé.

Por ahora: caminar + café + mar.


27.2.23

Esta también soy


Esta soy yo en la cabaña en el 2009. Hoy me asomo para traerme algo que dejé debajo de esas cosas. Diré que lo que se me olvidó es la música, pero no es exacta esta afirmación. Solo es una canción que hoy me atreví a escuchar con presencia para compartirla. Mucho de lo que está ahí ya no existe: las fotos de esa pared y los sueños de entonces. Mucho de lo que está ahí también está aquí: la escritura, el claroscuro, la lámpara y la madera. También no sé cómo ha sucedido pero mi mirada es la misma.
Sigo de noche aquí en un lugar con una lámpara escribiendo. Hoy escribí que tal vez vine al mundo a nombrarlo. Creo que sí, que así es. Tal vez eso sigue uniendo a estas dos que escriben, la de entonces y la de hoy. Eso y una canción que sigue vigente. 🌿✨

26.2.23

Bosque en mi ropa

Traigo pegado el bosque en alguna parte de la ropa o de la piel. Tomo mi café de la mañana y el vapor lo es también de nubes de laderas infinitas que se pierden tras el pasillo de mi casa. La humedad me convoca a todas horas mientras envío correos electrónicos y me conecto a zoom. Las ramas a veces tapan la visibilidad de mi cuerpo a la cámara de la computadora y solo me dejo enverdecer por el rocío en gotas que me cubre el cuerpo súbitamente. 

Hace unos días convoqué a mi alma y mis cuerpos a una fiesta. Salieron ya listos apenas mi voz los nombra; perfumados con sus mejores galas de montaña enraizada en bosques claros. Desde entonces me tiene intranquila el sonido de los grillos, las ranas. Traigo luciérnagas en el cabello y se me cruzan entre las manos a cada rato. Mis piernas corren a abrazar la ladera de las palabras que he dejado cada vez para más al rato. Mis brazos se abrieron a hacer angelitos en los cerros de palabras, a acostarse en ese justo momento que dejé pausado hace algunos años. 

Bosque, a ti pertenezco y me perteneces. No como un objeto que se transporta sino como ríos que convergen y luego se dividen por otro tramo. Soy también esos sonidos de noche, soy el amanecer fresco de tantos días. Me doy cuenta que algo dejé en aquellas latitudes. Perlas, ámbares y tal vez respiraciones más profundas. Las nombro y me aparecen en las manos. 

El bosque en mi ropa. En mi desayuno. En mis historias. 

Y sí, me atrevo a volver a construir la casa. To build a home, como en aquel tiempo. Esta vez más mío y justo en mi lugar.




25.2.23

Regreso a casa

Regresar a casa es mi verdadero trabajo. Desaprender para no quedarme pegada en cosas que no quiero. 

Cambiar la historia que ha sido dar unos pasos y pegajosearme en las cosas, dar otro y atascarme en el lodo. Despegajosearme, desatascarme; y no solo por una vez sino llevar mi ser al camino opuesto. ¿Hacia dónde?

Encontrar el lugar, la coordenada donde soy y no salirme de ahí, porque ahí es donde me voy a encontrar lo que es. Sea lo que sea que me encuentre, ahí es donde quiero y necesito y disfruto y merezco estar. Solo ahí es donde soy, ¿qué más grande motivo para seguir el camino?

Las cosas que tú buscas te buscan, sí. Te buscan en tu domicilio, no fuera de casa. 

Eso me digo. Eso es. Ser en mí. A favor y a pesar de todo.

Esta noche de lluvia me refresca la voluntad. 

*

La vida me quitó por unos días la movilidad geográfica. Un cristalazo en el carro y lluvia es una combinación curiosa que acepto al saberme no dueña del mapa completo por ahora. La vida me guía: yo me dejo llevar. Ok, sin carro este fin de semana. Gracias por todo. Supongo que esto también forma parte del gran rompecabezas de esa figura que todavía no logro reconocer. Frente a mi mesa de piezas hay un azul, hay un verde y también el rojo está presente. Bienvenido mi cuerpo seas a esta historia. Ya estabas en ella, pero ahora eres el elemento de honor.








Esto podría llamarse "Rugido de voluntad"

La plenitud de ser quien soy sucede solo en mi lugar. Estos días  de pronto se revelaron estas palabras como si por primera vez hubiera escuchado este concepto. Esta vez lo veo como en esos darse cuenta de los que buscamos en gestalt. Visto desde ahí, mi reto es claro: permanecer en mi lugar. Mi reto es no moverme una vez que logre estar ahí. 

En estos días también he sentido impulsos a salirme de mi lugar. De repente los he "cachado" en el aire: quiero mandar un mensaje, llamar la atención, contar de más sobre mi proceso, ese impulso lo siento fuerte, urgente, casi necesario, como algo que me bulle. Es una inercia como si eso hubiera estado haciendo durante varias vidas continuas y mi cuerpo y mi lógica ya es automática en ello. Y al mismo tiempo de observarlo, siento la imperiosa necesidad de detenerme, como si una parte de mí estuviera observando hacia otra coordenada en la que descubrió un amanecer muy claro. Esta vez me detengo, respiro, hago lo que creo que corresponde, lo que me nace de la voluntad recién construida.

En estos días también he conectado esto con eso que llaman "lo femenino". ¿Y si la contención femenina fuera esto? Me suena a que, si no son lo mismo, están emparentados. Me siento como estudiante del propedéutico en la materia y me asumo en ese lugar de lleno. Estoy tan acostumbrada a actuar, que no actuar me parece un gran reto. Aprendí a hacer, lo aprendí mucho y de muchas maneras. Ahora ser en los destellos que tengo de ello, se vuelve un reto monumental. Siento que mi papel en este momento es la inmovilidad en el sentido de no salirme ni un centímetro de lo que soy. Embonada en mí, quiero quedarme, hacer de ese mi lugar-jardín, mi centro de operaciones. Y sí, desconfío de mis propias decisiones y a veces en el fondo no quiero parpadear para no distraerme con las mariposas en el estómago que me dan. Muchos hilos me jalan todavía: historias, prejuicios, teorías, autoconmiseración.

Sin embargo, y a pesar de todo, he sentido esto como un rugido de voluntad: Permanecer y dejarme atravesar por la vida. Quiero y necesito que los hilos que me encuentren sean justo los que ya iban a cruzar por el centro de quien soy. Solo esos. Únicamente esos. Claros y oscuros, abiertos, cerrados y siempre luminosos (porque hay claridad en la sombra y viceversa). Todos esos hilos quiero que sean bienvenidos por mi ser, mi corazón, mi espíritu, mi pensamiento y mis cuerpos. Quiero convertirme en un hilo certero de la vida y solo ser ello. No encuentro mejores palabras para expresar esto. Mientras me hago un poco más diestra en este lenguaje, así lo digo y es lo más cercano que encuentro a la estación de lo que es.

El reto: mi ser pegajoso. Esa parte de mí que da un paso y se atasca, que llega a cada estación y quiere hacer vida en ella para siempre. Necesito probar quién soy más allá de esa parte que se queda en el medio paso y se amarra a las cosas como evidencia del mundo. Una plática como evidencia de mi existencia. Relaciones confirmatorias de que existo. Cotidianidad torcida cinco grados para que fluya. He tenido a montones de eso, que parte de mi sistema ya no lo traga.

Me gana en esto la curiosidad de lo desconocido y la necesidad como sed urgente: Soy como Odiseo. Avanza mi barca, voy amarrada al mástil, con las ganas de que esta vez suceda como dijo Julio Torri: Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí. Eso, sabiendo que sí, que es solo una posibilidad. Pero sabiendo que lo que se pierde es la vida y lo que se puede ganar es también la vida entera.

22.2.23

Hoy soy el mar

Este ha sido un día extraño. Se me está moviendo el piso y eso puedo sentirlo en mis emociones, en mis ideas, en las cosas que suceden, mi actitud, los encuentros que tengo y lo que decido. Me nacen hojas nuevas en las ramas. Estoy segura de eso.

Hoy ha sido un día en que me he sentido entre intranquila y conectada. Ratos de plenitud y en que todo embona. Los momentos de no saber se sienten como oleadas. Hoy soy el mar de la playa que vi esta mañana.

Encuentro memorable

La vida se vuelve memorable cuando soy presente. Coincidir y resonar es posible cuando estoy. Mi proceso de investigación se ha extendido a mi vida misma. Antes era la escritora o la poeta o la terapeuta, o la jefa, o la reportera. Aunque mi parte más terrenal ama la poesía, creo que mi verdadera vocación es investigarme en la vida. Ahí he encontrado que está todo: la poesía, la escritura, los lazos, los encuentros, la alegría, lo que vale la vida ser bailado, tocado, mirado. Imaginé un estado de plenitud de otra forma: más estructurado, con mayores certezas, en otro cuerpo, con más propiedades y cosas, con mayores habilidades.😂Me gusta descubrir las muchas formas en las que mi pecho explota de vida. Esto también es la vida. Y le digo que sí a las experiencias que vienen con ella. Sobre todo le digo que sí a la vida y sí a acompañarme pasito a paso en ella. Saber que el punto perfecto es justo la coordenada en la que estoy. La iluminada coordenada o la pinche coordenada. Bienvenidos instantes sean.🌿✨

Instante, café, coincidencia. La vida es generosa como el bosque. Qué delicia es no desear nada nada nada más que estar aquí en este instante. Mi parte que aprendió a prevenir para la escasez quiere ponerle un post it a este momento. ¿Y si esta vez no se lo pongo? Lo escribo y me da vueltas del estómago. Vueltas de las emocionantes.