29.1.19

Eucalipto y silencio

Silencio. En esta orilla escucho. Agua brota con eucalipto de mis pulmones. Así lo siento debajo de este techo de madera entre el adobe de estas paredes casi centenarias. No. Difícilmente centenarias, pero me gusta pensarlas tan antiguas como mis pensamientos.
En este lugar han pasado muchas cosas. Tiempo-letra ha transcurrido en mis cuadernos a través de los años. Dos seres humanos llegaron al mundo muy cerca de dos colibrís que previamente nacieron en una rama del jardín, aquí junto. Hubo gatos. Uno permanece y otro decidió habitarnos sólo unos días. Muchos sueños cumplieron su ciclo aquí mismo. Florecieron y regresaron a la tierra hechos polvo, quiero pensar que ahora son abono en este gran terreno fresco que imagino que soy.
El silencio parece el mismo. Pero no es idéntico. Ahora tiene frecuencias, variaciones dentro de su quietud. A veces el silencio estalla frente a mí y me golpea la cara. A veces me acaricia y acompaña como gato invisible en mi regazo. A veces es diálogo en las voces de otros que acuden a este espacio. A veces es muy parecido a sólo silencio. Pocas veces, debo decir, se parece a sí mismo. O a lo que entiendo por silencio.
Las paredes tienen la misma pintura, creo. No. Otra vez los recuerdos me engañan o me dejo engañar por los recuerdos. La pintura de entonces se encuentra debajo de una capa más reciente. La pintura de entonces se encuentra sobre otras muchas capas de quienes han querido renovarse en este espacio. Conozco a algunos, no a todos. Pero me gusta imaginarnos a todos conversando en algún lugar de este cuarto. Tal vez sentados, compartiendo nuestras esquinas favoritas y los asuntos que han quedado pendientes por reparar o limpiar. Entre todos formando una foto muy precisa de las posibilidades que tiene este lugar en la mente colectiva y haciendo click para el álbum del tiempo.
Recibo una llamada. Parece provenir del fondo de un túnel o de un país en el que se habla otro idioma. Contesto con monosílabos, como cuando estás de turista en una tierra desconocida. No tengo intención de intentar traducirme. Afuera se oye el canto de un pájaro, tal vez desde uno de los árboles que cubren mi vida. Agradezco su presencia. Gracias, pájaro por estar aquí. Imagino que mis pensamientos dialogan con su lenguaje. Imagino que en otra dimensión mis pensamientos son el humano imaginario que ese pájaro escucha desde la otra orilla en la que piensa en el silencio.


No hay comentarios.: