15.8.20

Veinte veinte

Son ya cinco meses. La cuarentena ha traído regalos y se ha llevado otras cosas sin pedirlas. Se llevó a mi tío Rolando y con él mi levedad interna relacionada con la pandemia. A cambio trajo consigo una vista triste del filo de esta realidad que pesa y corta cuellos. De esta realidad que al mismo tiempo es dulce y pone en su lugar las cosas con su extraña y ácida espada. 

Entre la tristeza y los ojos claros que trae consigo, siento que una parte de mí florece, a pesar y a favor de todo. Las palabras me atraviesan de forma cotidiana y tocan mis cuadernos y mis libros. Me siento movida y colocada en los lugares exactos, compartiendo y explorando la escritura y la terapia a fondo, como a fondo también comparto los días siendo la señora que dirige una casa por ahora ambulante.

Cada cosa me habla de la necesidad de enfocarme. Ahora más que siempre es necesario para mí. Todo lo que distraiga mis intenciones debe quedar fuera. Así, con el mismo agudo y natural filo. Así lo siento.

Hoy es realidad aquello que escribí alguna vez: "caracol en vez de tuerca". Eso soy y quiero seguir siéndolo más que siempre. Agradezco habitar exactamente donde me ha traído mi intuición y la vida. Y sigo pidiendo luz y sabiduría para ser quien soy.

 

💬 Vea usted el siguiente capítulo de la cuarentena que se multiplicó por tres (hasta ahora) y al no definir su duración final se aferra a ser llamada simple y genéricamente: pandemia.

✨Descansa en Paz, tío Rolando. Tu familia te recuerda siempre.


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