El fuego que todo lo consume es también el fuego que todo lo ilumina.
Inesperadamente estamos alrededor de una fogata. Nos veo platicando
historias, tejiendo hilos en nuestras memorias y sé por un momento muy
breve que aquí estoy y que justo aquí está todo lo que necesito. Miro
las brasas arder-apagarse, crecer con fuerza, suavizarse, danzar. Parece
que quieren decir algo, abrir sus bocas
y mostrar sus siluetas. Imagino a hombres y mujeres de muchas épocas
observando lo mismo. Suspiro involuntariamente.
La noche es fría.
Lejos de este fuego todo está oscuro. Si me alejo, voy despacio tratando
de ver más allá. La oscuridad no tiene interruptores. No podría apagar
la oscuridad, pienso. Para apagar la oscuridad hay que encender la luz.
Qué significa en mí la luz?
A. pregunta muchas cosas sobre el fuego, quiere conocerlo. Al contestar
a los niños respondemos e inventamos; he aprendido que es lo mismo.
Emocionado, A. dice que siempre estará el fuego para cuando queramos
venir a visitarlo. Sonrío.
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