Me preguntaba cómo tener tiempo para escribir. Como si el tiempo fuera
algo que llegara de repente, tal vez en un paquete de regalo o como una
aparición sobrenatural. Ese tiempo que me regalaron cuando nací. Ya está
en mis manos desde que empecé a distinguir colores, balbucear y
aprender todas las cosas que uno aprende cuando llega a este mundo.
Tiempo para escribir. Nadie va a llegar a darme algo mío que no tiene.
Desde el piso 18 libero mis ojos sobre este pedacito de Guadalajara. Me
imagino las historias que habitan dentro de los carros, en las
banquetas, detrás de las paredes, debajo de los techos. Tal vez alguien
ahora mismo se asoma a su ventana en otra parte y siente esto mismo en
el estómago y pecho. Y se da cuenta que la escritura también lo habita.
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