La experiencia de cruce: Fronteras
que se hilvanan con historias familiares: La vida cotidiana de una persona, de
una familia única, pero que puede ser todas las familias en la frontera. Don
Marcos de 87 años, viviendo en dos idiomas, con dos nombres y su sentido del
humor; expresivo con las manos desde su taller de herrería. Doña Sara, visitas
a Disney, recorridos en el freeway, la Libertad, cables que conectan al pasado
en este lugar donde la sospecha es parte
del engrane que cruje cuando el mundo se mueve. Motores, materiales que
vienen y rejas que van, que ponen el recuerdo en colores sepia, o a color, pero
con ese desgaste que hoy tienen las fotografías de los setenta-ochenta.
Acompañamos al autor en esta labor
de –como él lo describe- detonar un texto a partir de una imagen con la
intención de crear una tercera lectura; una entrañable, en la que la vida cotidiana
es poesía. Omar, con lenguaje sencillo logra mostrar un recorrido
autobiográfico, con imágenes poéticas que brillan entre narraciones del día a
día.
En tres apartados ,“La herrería de
Don Marcos”, “La invasion paulatina” y “Me gusta dormir en casa de mis amigos”,
33 imágenes e igual número de textos, el autor de forma generosa deja abiertas
las puertas de su casa y de su escritura poética desde esa ciudad de paso.
Anécdotas que muestran a una familia
que trafica con historias, tejidas en hilos que a fuerza de ir y venir,
hilvanan la frontera. “El album de las rejas” pone en evidencia lo porosa de
esta frontera y esta barda que parece a veces que tiene filo de guillotina
enterrado en el piso, lista para elevarse, pero en el que también habitamos
personas y linajes que construimos nuestras vidas en ambos lados.
La experiencia de cruce geográfico,
sí; pero también la de cruce entre la imagen y la palabra. Entre lo que me
contaron y lo que viví. Entre lo que viví y lo que vi en una foto y ahora
recuerdo. Entre el tipo de cambio a 7.80 x 1, y la noción de que, como dice
Omar en uno de sus versos: La madera como
la memoria es inflamable.
Recuerdos añejos y presentes. La
frontera, sí, pero también la blogósfera, las fiestas, los amigos, un bosque en
el que todos los árboles tienen etiquetas con nombres científicos y comunes, en
un viaje como esos en los que después de girar con los brazos abiertos y viendo
al cielo, caes al piso con la luz de la luna en la vieja cara de niño,
para poner la mirada en la puesta en
escena infinita.
1)
Para
recordar que 10 de cada 10 padres morirán
en esta vida.
2)
Para
recordar los tiempos blogueros y al Rafa. Qué otro? (Rafita, Rafa Saavedra).
3)
Para
disfrutar momentos de nostalgia del presente.
4)
Ver
a Omar de chiquito en sus fotos.
5) Para atisbar
la porosidad humana de las divisiones geográficas. Recordar que la línea
fronteriza la hemos aprendido a ver en los mapas (y que está representada con
la barda, pero que la barda tiene agujeros por los que pasa más que aire).
6)
Para
querer abrazar a Don Marcos y a Doña Sara.
7)
Para
saber que no debes invitar a Omar a una fiesta en tu casa muy tarde.
8)
Para
confirmar que los regresos siempre son
más cortos / al recuerdo.
9)
Para
que te den ganas de caminar por los
restos arqueológicos de tu infancia.
10) (Se los dejo abierto,
para que ustedes mismos lo lean y encuentren su propia razón para leerlo y
releerlo. Estoy segura que encontrarán muchas.)
*“El album de las rejas” fue
publicado por Ediciones Liliputienses, de José María Cumbreño.
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