4.8.09

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qué fortuna ser sobreviviente de tales días. desde este lado tienen un extraño brillo, cobrizo, como de escarabajo volador, bello y sádico al mismo tiempo. qué fortuna haber cambiado los cerillos y los leños aún en medio de un bosque tan fresco -el abanico tras el cedro acartonado-. qué fortuna cambiar los cerillos y los leños por otros verdaderos, e inaugurar tal tiempo precisamente en medio de un bosque infinito, más verde de lo que podría imaginar. y luego vivir en un jardín acompañada desde adentro, eso es verdadera fortuna.
empezar a relatar debe ser señal de algo bueno.

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