14.12.15

Escribir lo cotidiano. Día 28/100

Aprendemos a leer mucho antes de descifrar letras escritas. Aprendemos a tener cerca esos objetos llamados libros, a saber que sirven para algo, a conocer su forma física y la interacción que puede haber alrededor de ellos. Observamos el uso que otras personas hacen de ellos y el valor que le dan, cómo interactúan con ellos. A veces, si tenemos suerte y personas conscientes alrededor, podemos probarlos y hasta masticar sus páginas, escuchar cómo se rompen sus hojas y luego aprender cuando nos dicen que si los rompemos, ya no podremos disfrutarlos. Aprendemos que dentro de sus páginas, de alguna forma mágica que todavía no alcanzamos a comprender, hay historias y personajes, pláticas y emociones que pueden compartirse.
Todo esto lo sabía en teoría, como un dibujo blanco y negro que se ha ido coloreando de brillantes colores conforme han crecido mis A mayúsculas.
(Para este elogio, tomo prestada la foto que Paco Mufote tomó de Ámbar en una actividad de lectura que tuvimos en la Garita Tijuana-San Ysidro).

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