12.6.09

microcosmos

Llevo mi universo en este hombro. Una bolsa brillante y de colores. Llena de cosas que alguna vez podrían llegar a ser útiles. Cosas útiles que esperan su turno entre el caos de los cosméticos que generalmente no uso y los comprobantes del cajero automático. Plumas y plumones, monedero, cartera y pinzas. Credenciales, usb, comprobante de domicilio de cuando hice un trámite. Todo esta ahí. Casi todo está. No llevo un libro ni un jardín. Dicen que un libro es un jardín en el bolsillo.

Estoy escuchando cantar a Gabriela Bojórquez. Desde aquí se oye. Pienso que me gustaría cantar bonito como ella. Pero no sé si podría pararme enfrente de mucha gente y cantar. Bueno, pensándolo bien en mi corta vida ya he: cantado, bailado, leído, recitado (sí, también una vez recité -ajam, no pregunten), improvisado discursos, improvisado bailes, actuado, tocado un instrumento musical. Lo cual no significa nada, más que estoy aquí quemando un poco el tiempo y calentando mis manos. Preparándome para en un momento pararme y poner unas palomitas en el micro.

Hoy fui con el dr. Santi. Dice que él puede curarme de las manos. Tengo las manos tristes, melancólicas. Tanta felicidad no las ha ablandado. Creo que son tan tercas como yo. Y están rígidas, duras, impredecibles. Yo solo quiero decirles a ellas que son sabias. Que lo siguen siendo. Que cuando ellas decidieron, ahí estábamos todas las Patys. Que ahora todas las Patys las invitamos a fluir. Sin ellas, ninguna otra avanza. Ahora todas nos paramos a ver, apapachar, esperar, convencer. A comprender que sin esas manos no hay paso.

Vi una película muy muy recomendable. Conmovedora. Véanla, queridos lectores, suponiendo que tenga alguno. Elsa & Fred se llama la peli. La venden en la Gandhi bien bara bara.
Y bueno, es hora de hacerme unas palomitas mientras sigo escuchando esta canción.

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